Todos los jueves, a las 22h, desde el Patio Maravillas emigramos hacia el Sur a través de una sábana y un proyector.


martes, 29 de marzo de 2011

Born into brothels (Ross Kaufman y Zana Briski)


La cosa fue así: Zana Briski, fotógrafa y activista norteamericana, quiere retratar a través de su cámara la realidad de las prostitutas del Barrio Rojo de Calcuta, en la India. Es imposible pasearse por allí como un extraño así que comienza a vivir con ellas. En seguida aparecen los niños de las prostitutas, fascinados con las cámaras. Zana decide comenzar a enseñarles fotografía y ese proceso es lo que veremos en este premiado documental de 2004.



Los 20 pares de ojos que estuvimos en el cineform terminamos con una extraña sensación. Acabábamos de vivir en India, en los burdeles. Habíamos escuchado y visto los problemas estructurales de la pobreza, de la prostitución. Un loco bajito de menos de 10 años con una sonrisa en la boca nos decía que no veía salida aunque eso no le iba a impedir ser feliz. Pero también vimos cómo a través de un proyecto fotográfico, con esos niños como artistas, Zana consigue resultados. Consigue avances, desarrollo. Y los propios niños con sus fotos -y un poco de ayuda- construyen una salida. Todos acabamos con una extraña sensación sí: la de que una buena idea y mucha perseverancia puede convertir una supuesta utopía en una realidad tangible. Allí comentamos cómo la pequeña escala de nuestros pares de manos era más poderosa de lo que pensábamos. Podría decirse que nos faltó nada para montarnos un proyecto similar allí mismo...

Hablando de proyecto... de este granito de arena que vemos en la película nació la organización Kids With Cameras del que podéis saber más en su web.

1 comentario:

Liliana Muñoz dijo...

Creo que lo que hizo Zana fue una muestra de lo que debemos aprender y enseñar. Más que los aspectos técnicos de la fotografía, lo que hizo fue enseñarles a ver, a fijarse en detalles que normalmente pasan desapercibidos, a mirar lo que les rodea y a entenderse como sujetos. Fuera de todos los proyectos que hayan surgido en nuestra cabeza al finalizar la película, me parece que lo verdaderamente importante es que tenemos los ojos un poco más abiertos y que ya no somos indiferentes. Tal vez debamos coger un día una cámara (aunque sea imaginaria) y empezar a hacer eso mismo con nuestra realidad inmediata.